Mireia Belmonte se hace de oro
Han tenido que pasar nada más y nada menos que 24 años para que la natación española se vuelva a vestir de oro. Lejos queda ya la medalla de oro lograda en los JJ.OO. de Barcelona del año 1982 conseguida por Zubero. En aquel entonces, y es que el tiempo pasa volando, la especialidad en la que logramos una medalla de oro fue la espalda. Hoy, gracias a la caralana la especialidad que hemos dominado ha sido la mariposa. Una medalla que hace que esta chica, ya toda una mujer, sea la única deportista española que ha logrado metal en estos juegos. Pero pasemos a analizar un poco mejor la carrea.
Y es que hay que admitir que todo comenzó con una salida que no fue muy afortunada. El tiempo de reacción no fue el previsto y Mireia no pudo coger la cabeza en los primeros metros. Sin embargo, a pesar de que tener siempre unos metros en tu haber siempre es importante, no solo no se pudo nerviosa sino que pasó a lo que se denominaba como el plan B. Un plan B que no era otro que esperar acontecimiento.
Cuando hablamos de esperar acontecimiento no nos referimos a ser conservadora. Ni mucho menos. Mireia sabía de sobra que su parte buena de la carrera eran los segundos 100 metros. Es decir, ella era consciente de que en la segunda mitad de la prueba podía dar mucho más de sí. Es por ello por lo que en los primeros 100 únicamente trató por todos los medios de no perder terreno al mismo tiempo que trataba de ir recuperando algún metro. Esto le iba a permitir dar un penúltimo giro fuera de las medallas pero, como acabamos de decir hace tan solo unos instantes, todavía quedaba lo mejor.
Encaró estos últimos 100 metros de una manera que solo las grandes campeonas saben hacer. A partir de ahí, a partir de ese momento, no tuvo ninguna clase de piedad con sus rivales y fue quitándoles metros uno a uno. El último largo iba pasando y Mireia pasaba del bronce a la plata para afrontar los últimos 50 metros en primera posición. Ahora ya solo quedaba esperar, aguantar y luchar para que nadie le arrebatara aquello por lo que tanto había luchado. Pero ya era demasiado tarde para sus rivales. La española era oro 24 años después y la alegría se podía ver en su cara.